27. feb., 2020

OVILLO

Es este el último proyecto en solitario de Javier Muñoz Calero en el que realmente "ha echado el resto" que se suele decir. Siempre ha estado ligado a la gastronomía, yo le conocí en "muñoca", también en "tartan" de Gral. Pardiñas, "picalagartos" y en otros que no conocí. En este proyecto también muestra su faceta más solidaria al tener en sus cocinas y sala un 60% de personas procedentes del programa Cocina Conciencia, de la mano de la Fundación Raíces buscando incorporar social y laboralmente a jóvenes migrantes y españoles en situación de desamparo. En una nave industrial de las que hay bastantes por la zona de Pradillo (en La Prospe) nos sorprende un ambiente asolutamente acogedor, tranquilo, íntimo, coqueto, silencioso, con mesas con una distancia más que correcta, gente guapa, etc; en definitiva un sitio muy muy agradable. Las tuberías y tubos campan a sus anchas por la altísima cubierta de donde, a su vez, cuelgan plantas que invaden todo el espacio. Esto le confiere ese aire industrial a la par que de invernadero. No nos hayamos en una zona de paso ni en una zona de moda pero eso no es un handicap para que vengas a descubrir un sitio único en Madrid que va a dar que hablar y que va a convertir esta zona en "zona in" y, sino, al tiempo... Muebles auxiliares de madera pegados a las paredes, que aportan un cierto aire rural, pero contrastan con los preciosos espejos que tienen encima, así como con la cristalería y las botellas de agua, que almacenan sobre estos muebles, también muy clásicas y delicadas. Los candelabros y la luz de las velas le confieren ese ambiente íntimo inigualable. El proyecto de interiorismo corrió a cargo de Paula Rosales del Estudio "Moreco". Todas las mesas son redondas (me encantan las mesas redondas), impecable mantel y servilleta, los platos del inicio con un  toque rural (la misma que en "Aarde", lo siento pero me encantan las vajillas y me fijo siempre), copas portuguesas de picos (Vista Alegre?) que siempre son un acierto y platito de pan y bajoplato de metal; gran detalle y cuidado en la mesa. El servicio, concretamente la jefa de sala, muy profesional, se nota su experiencia junto a Javier desde hace años. El camarero que nos tocó al principio algo más despistado, olvidándose de lo que le pedíamos, después ya nos atendió @marilzaok y todo fue rodado. Las puertas correderas que ocultan almacenes, baños y algo más, me parecen preciosas de hierro y cristal mimetizadas tanto con las paredes que te cuesta encontrarlas. La cocina tabicada con cristal, lo que te permite observarles mientras cocinan; de hecho nos acercamos a ver a Javier y a hacerle un video (super agradable él); delante de la cocina hay una mesa comunal muy larga y a su derecha la bodega. Al fondo del local encontramos una mesa para 12 personas que va a ser donde venga a celebrar yo algo la próxima vez ¡me encantó ese rincón!. Y también unas puertas con acceso a lo que parece un patio. Una vez descrito el lugar paso a detallaros lo que de verdad os interesa: la gastronomía. Cocina mediterránea con guiños internacionales y, por supuesto, con una carta viva que nos van cambiando según el producto de temporada. Cuenta con 2 menús degustación, uno de 5 pases a 46€ y otro de 8 pases a 66€; que se incrementan a 66 y 100€ con maridaje. El ticket medio comiendo a la carta son 50€ sin vinos. De aperitivo te traen un Grillé de conejo con encurtidos (2€/pp) con un pan tostado muy finito que viene muy bonito presentado aunque tampoco es gran cosa y los encurtidos no se aprecian; como entrantes pedimos Vieiras gratinadas (9€/un) sobre un puré delicioso (de apionabo?) plato muy redondo y exquisito; vienen servidas individualmente muy bien presentadas, tónica general de todos los platos. Alcachofa al carbón (6€/un) perfectamente elaborada sin hojas duras y con el ligero toque de las brasas delicioso; Esponjosito de rejos y chipirón (5€/un) diminuto bollito/panecillo coronado con unas patitas de chipirón crujientes y ligera salsa, un bocado muy redondo y logrado del que te comerías uno tras otro; Dobles parejas y patatas soufflé (9€) que son 2 boquerones y 2 anchoas sabrosísimos y fresquísimos acompañados de 2 patatas soufflé; Tartar de gamba y yuca (5€) original presentación y diferente elaboración, como prensado, ¡muy buen plato!. Como platos principales: Merluza con salsa de azafrán (21€) y parmentier de patata muy buen producto pero quizás no la elaboración más acertada; Bacalao al ajo y palo cortado (25€) pieza demasiado escueta pero gran sabor y elaboración; Vaca lacada (25€) que es una pieza de carne guisada en una salsa con un brillo que sólo las buenas salsas tienen, estaba súper suave la carne y plato suculento. No puedo olvidarme del delicioso pan que sirven durante la comida de elaboración propia. De postre pedimos la tarta de queso (8€) con helado de frambuesaen la que Javier logra ya el súmmum de la originalidad de este postre tan manido, presentándola semi caliente dentro de un papel (como una mini porción de queso francés) y líquida por dentro, tipo natillas; está elaborada con tetilla y stilton y es sublime!!!! es tan pequeña que tuvimos que repetir,🤪. También pedimos la Tarta fina de manzana (8€) rica pero no top. Un detalle que no me gustó es que cobren 2.50€ por el agua que es del grifo. Puedes venir a comer y cenar de L a J, pero Javier ha optado por la conciliación familiar y los fines de semana solo dan cenas Jueves y viernes. Los sábados sólo funciona la barra. Es esta una práctica cada vez más de moda sobre todo en locales ya consolidados.  Para el tema aparcamiento, no existe ningún parking cercano ni tampoco dispone de aparcacoches. En resumen: sitio al que volveré porque reúne bastantes (o todas) de las cosas que yo busco en un restaurante para encuadrarlo en mis favoritos: ambiente, buen gusto, buen producto que se traduce en buenos platos, delicadeza en los detalles, y gran originalidad de local. Muy top!. Pantoja, 8.

8/10   €€/€€€€   https://www.ovillo.es/   -IG-

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